Después de lo presentado a lo largo del capítulo, cabe deducir las conclusiones
siguientes, a modo de resumen final:
Primera.- Sobre los efectos causados por la radiación ionizante. Se ha visto como la
radiación ionizante puede causar distintos daños sobre las células, que para
resultar observables a nivel orgánico, produciendo efectos somáticos agudos, han
de superar ciertos valores mínimos en la dosis (dosis umbral). Por otra parte, el
daño en el ADN celular puede llegar a convertirse en un cáncer si la mutación
progresa y de la multiplicación celular resulta finalmente un número suficientemente
grande de células como para constituir un tumor. Cuando el ADN dañado es el de
las células reproductoras, cabe la posibilidad de que se transmitan daños
hereditarios a la descendencia. Estos procesos son altamente improbables, ya que
el ser humano sufre cada día muchos millones de ionizaciones en su masa de
ADN, mientras que sólo unos pocos cánceres y defectos genéticos son atribuibles
a la radiación.
Segunda.- Sobre las fuentes de radiación ionizante. El ser humano está
constantemente expuesto a múltiples fuentes de radiación ionizante. Las
radiaciones provenientes de la propia Tierra y del espacio dominan la dosis total
recibida. Especialmente elevada puede llegar a ser la dosis producida por la
desintegración en los pulmones del gas radón y de sus descendientes radiactivos,
formados a partir de la desintegración del uranio presente en la corteza terrestre.
De entre las fuentes artificiales, la dosis media recibida es debida, en su mayor
parte, a la utilización médica de las radiaciones ionizantes, con una contribución
muy escasa debida a los efluentes gaseosos y líquidos descargados por las
centrales nucleares, incluso para las personas que habitan en sus proximidades.
Este hecho está avalado por los continuos programas de vigilancia medioambiental
que se realizan en los emplazamientos y su verificación por el Consejo de
Seguridad Nuclear.
Tercera.- Sobre los objetivos de la protección radiológica. Dada la toxicidad de las
radiaciones ionizantes, ante la abundancia de fuentes naturales y artificiales
emisoras de tales radiaciones, un objetivo inmediato de la Protección Radiológica
será evitar la aparición de los efectos sanitarios de tipo inmediato, manteniendo
la dosis recibida por cualquier persona por debajo de los umbrales de aparición
de tales efectos. Con respecto a los efectos probabilistas (cánceres y defectos
hereditarios), habrá de limitarse su probabilidad de aparición a valores que se
consideran seguros. Pero, por otra parte, sin limitar injustificadamente aquellas
prácticas que, aunque supongan una exposición a las radiaciones, proporcionen
un beneficio mayor para la sociedad o sus individuos. Para conseguirlo, se
aplican los tres principios de la justificación, limitación de las dosis y riesgos
individuales y optimización en busca del beneficio máximo. Para asegurar su
cumplimiento, se establecen una serie de actuaciones y controles sobre los
trabajadores y sobre el medio ambiente.
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