El petróleo era conocido hace miles de años, pero sólo a mediados del siglo XIX
empezaron a descubrirse sus múltiples aplicaciones, iniciándose la gran industria del “oro
negro”.
Para su extracción, se instalan en tierra firme torres metálicas de perforación de hasta 70
m. de altura, y en el mar plataformas o islas artificiales que sirven de soporte a la barra
perforadora. Potentes motores accionan la barra que poco a poco va hundiéndose a
medida que la trepanadora va desgastando la roca.
La barra casi hundida, se empalma con
otras sucesivas hasta llegar a la profundidad donde se halla el petróleo, habiendo
alcanzado alguna vez los 6.000 metros de profundidad. El pozo que va haciendo la
perforadora se reviste de tubos de acero roscados entre sí.
El líquido espeso, negruzco, brota en unos casos impulsado por la presión de los gases
naturales y en otras procediendo a su bombeo.
Los principales yacimientos petrolíferos, se encuentran en el Golfo Pérsico, Arabia, Kuwait,
Barheim, Irán, Irak, Sahara, Libia y Nigeria. En Rumania y Rusia así como en el Mar del
Norte inglés, están las reservas explotadas en Europa. En América existen grandes
yacimientos en Estados Unidos, Méjico, Venezuela y Canadá. Se piensa que el 60% de las
reservas petrolíferas de nuestro planeta se hallan debajo del fondo de los mares y
océanos. En todo el mundo, allí donde hubo mares en épocas pasadas, cabe la posibilidad
de encontrar formaciones rocosas con petróleo.
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