En el caso de los fotones, su energía puede ser absorbida por el medio mediante
tres procesos fundamentales: el efecto fotoeléctrico, el efecto Compton y la producción
de pares electrón-positrón (ilustrados en la Fig. 4), cuyas probabilidades de ocurrencia
dependen de la energía inicial de los fotones. Todos ellos originan la aparición de
partículas cargadas, con lo cual se desarrollarán posteriormente las interacciones
comentadas anteriormente. El efecto fotoeléctrico supone la absorción de toda la energía
del fotón por el átomo. Esa energía es transferida a un electrón cortical, que resulta
expulsado del átomo. El efecto Compton puede interpretarse como una colisión elástica
del fotón incidente con un electrón, en la que una parte de la energía del fotón será
transferida al electrón como energía cinética, saliendo el fotón en distinta dirección a la
inicial, con menor energía y frecuencia (mayor longitud de onda). Este efecto es más
probable para energías intermedias de los fotones (entre 0'5 y 10 MeV1
aproximadamente), disminuyendo el rango de energías al aumentar el número atómico
del absorbente. Por último, el proceso de formación de pares electrón-positrón consiste
en la materialización de parte de la energía de un fotón en un par de partículas (electrónpositrón)
que se reparten la energía sobrante; es un proceso que solamente puede
producirse dentro del campo eléctrico del núcleo atómico y para energías superiores a
1,022 MeV. El alcance de la radiación g en aire puede llegar a los centenares de metros,
pudiendo traspasar el cuerpo humano, y hasta varios centímetros de plomo.
Con respecto a los neutrones, al carecer de carga eléctrica, solamente pueden interaccionar con los núcleos de los átomos mediante las diferentes reacciones posibles (de dispersión elástica, de dispersión inelástica, de captura radiactiva, de transmutación o de fisión). Puesto que los núcleos ocupan una fracción ínfima del volumen total de la materia, los neutrones podrán desplazarse distancias relativamente grandes antes de interaccionar, resultando ser muy penetrantes (véase la Fig. 5, que ofrece una comparación intuitiva de la capacidad de penetración de los distintos tipos de radiación).
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