Una de las ventajas de esta metodología es que permite identificar cuales son los sucesos que comportan mayores repercusiones accidentales, y así mismo cuales son las vías por las cuales se producen mayor frecuencia en diversos tipos de accidentes. Dicho de otra manera, esta metodología permite determinar cuales son los elementos y subsistemas cuyas prestaciones de seguridad hay que mejorar preferentemente para obtener un buen resultado de seguridad.
En las figuras 7 y 8 se muestra un espectro teórico de accidentes que puede darse en una instalación hipotética en función de sus consecuencias y de la probabilidad de que
se supere el valor de dichas consecuencias. Habida cuenta de los múltiples sucesos iniciales que pueden considerarse y de las incertidumbres asociadas a diversos equipos, en principio se tiene una madeja de curvas que relacionan la probabilidad y el daño o consecuencia. Por lo general, las curvas tienen una tipología similar, siendo relativamente probables los accidentes con consecuencias bajas y altamente improbables los accidentes con consecuencias elevadas.
Del conjunto de la información que proporciona el análisis estadístico (figura 7) se llega
a una caracterización como la expresada en la figura 8, en la que se ve el valor medio y los percentiles más representantivos. Ello configura un mapa de riesgos, y en particular
da unas cotas sobre cuáles son las consecuencias máximas esperadas en estos accidentes. Conviene señalar que la sociedad por lo general no admite accidentes de tipo catastrófico, es decir con consecuencias muy elevadas, siendo mucho más permisiva la aceptación de accidentes relativamente probables pero con un número de bajas pequeño en cada uno de ellos.
Puede cuestionarse esta percepción del riesgo, puesto que la valoración final del número de bajas puede ser prácticamente la misma, pero hay que tener en cuenta este efecto psicológico a la hora de plantear una instalación y su aceptación por parte del público.
En las figuras 7 y 8 se muestra un espectro teórico de accidentes que puede darse en una instalación hipotética en función de sus consecuencias y de la probabilidad de que
se supere el valor de dichas consecuencias. Habida cuenta de los múltiples sucesos iniciales que pueden considerarse y de las incertidumbres asociadas a diversos equipos, en principio se tiene una madeja de curvas que relacionan la probabilidad y el daño o consecuencia. Por lo general, las curvas tienen una tipología similar, siendo relativamente probables los accidentes con consecuencias bajas y altamente improbables los accidentes con consecuencias elevadas.
Del conjunto de la información que proporciona el análisis estadístico (figura 7) se llega
a una caracterización como la expresada en la figura 8, en la que se ve el valor medio y los percentiles más representantivos. Ello configura un mapa de riesgos, y en particular
da unas cotas sobre cuáles son las consecuencias máximas esperadas en estos accidentes. Conviene señalar que la sociedad por lo general no admite accidentes de tipo catastrófico, es decir con consecuencias muy elevadas, siendo mucho más permisiva la aceptación de accidentes relativamente probables pero con un número de bajas pequeño en cada uno de ellos.
Puede cuestionarse esta percepción del riesgo, puesto que la valoración final del número de bajas puede ser prácticamente la misma, pero hay que tener en cuenta este efecto psicológico a la hora de plantear una instalación y su aceptación por parte del público.
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