El sistema nervioso central es el conducto para las señales entre el cerebro y los músculos, incluyes
do los de órganos vitales como el corazón y el diafragma. Estas señales están constituidas por diminuto
nulos voltajes eléctricos que originan las contracciones y distensiones musculares. Una descarga
eléctrica externa envía por el cuerpo corrientes muchas veces mayores a las diminutas corriente
naturales del sistema nervioso. Estas corrientes mayores acalambran o congelan los músculos a
violentas contracciones que no permitirán que la víctima suelte el objeto contactado o que detendrá
la respiración o el corazón.
El corazón es nuestro músculo más importante. Su función es una contracción y relajación
rítmica, controlada por pulsos eléctricos naturales. Por tanto, es muy vulnerable a cualquier corriente
eléctrica pulsante. La alimentación de energía eléctrica común suministra una corriente alterna que
cicla a una frecuencia de 60 hertz. Es irónico que 60 Hz sea una de las frecuencias más peligrosas)
las que se pueda exponer el corazón. Esta frecuencia tiende a provocar que el corazón lata débil e
irregularmente a una velocidad demasiado rápida para ser eficaz, un fenómeno conocido coma
fibrilación. Una vez que comienza la fibrilación. la muerte es casi segura, aunque a veces es posible
detenerla mediante descargas eléctricas controladas que restablecen el ritmo cardiaco natural. Por desgracia, raramente se dispone de un desfibrilador con rapidez suficiente para salvar la vida de una
víctima electrocutada.
La respiración suspendida por choque eléctrico se debe al acalambramiento de los músculos
responsables, como el diafragma y los intercostales que controlan la expansión de la caja torácica. El
remedio en primeros auxilios es dar respiración artificial, igual que en el caso de los casi ahogados y
en otras crisis respiratorias.
¿Cuánta corriente es mortal? No hay una respuesta precisa, pero la figura 16.1 resume la opinión de varios expertos. La escala horizontal es logarítmica y está en unidades de miliamperes, es
decir, milésimas de ampere.
Para poner la gráfica en perspectiva, una lámpara de mesa ordinaria, con
un foco de 60 watts, consume aproximadamente 500 miliamperes de corriente, mucho más de lo
necesario para ser mortal. Un circuito doméstico ordinario de 20 o 30 amperes no activará el
cortacircuitos hasta que haya un flujo de corriente de 20,000 a 30,000' miliamperes, aproximadamente de 100 a 1000 veces lo que se requiere para la dosis mortal.
Con tanta potencia en los circuitos domésticos ordinarios de 110 volts, parecería que casi nadie
podría sobrevivir una descarga eléctrica. Pero el cuerpo, y en particular la piel, ofrece una resistencia
que limita el flujo de la corriente eléctrica cuando es expuesta a un potencial de 110 volts. Para
comprender esta resistencia, habrá que repasar los fundamentos de la electricidad.
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