La incineración térmica convierte las emisiones gaseosas en dióxido de carbono y agua. Los gases contaminados, una vez captados, se precalientan por contacto indirecto con los gases procedentes de la incineración y, posteriormente, entran en la cámara de combustión. Suele ser necesario un combustible adicional para mantener la combustión debido a que la concentración de gases suele ser pequeña. El tipo de quemador empleado influye en las velocidades de combustión y, por tanto, en los tiempos de residencia. Estos suelen oscilar entre 0.5 a 1 segundos cuando las temperaturas están en
el rango de 600 a 800 oC.
Las antorchas son los sistemas de incineración más comúnmente empleados para incinerar emisiones intermitentes y de emergencia.
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