Calcular el riesgo en términos probabilísticos presenta la ventaja de la cuantificación. Por lo
tanto, el valor obtenido puede compararse con criterios de aceptación, establecidos de
forma reglamentaria o considerados como válidos en un contexto de buenas prácticas de
actividades industriales y su interacción con la sociedad.
Aceptar o no aceptar un riesgo no tiene sentido si no se cuantifica dicho riesgo en términos
probabilísticos. Para la mayoría de las personas no tiene sentido no aceptar el riesgo de,
por ejemplo viajar en avión, aunque tampoco tendría sentido aceptarlo.
Empieza a tener
sentido cuando se considera que esta forma de viajar tiene una determinada probabilidad
de causar la muerte por accidente, y que ésta es menor que la probabilidad de morir en
accidente de carretera...etc.
En los cuadros-15 a 18 se dan algunas definiciones de "riesgo individual" y "riesgo social"
de acuerdo a lo descrito en la Guía Técnica de la Dirección general de Protección Civil
denominada " Métodos cuantitativos para el análisis de riesgos ", y algunos valores de
aceptación, recogidos en la guía sobre planificación del uso del territorio editada por la
unión europea que se cita, junto a otras referencias, en el cuadro-6.
En dichas referencias se proponen como riesgo individual intolerable 10-4 víctimas por año
para cualquier tipo de actividad, incluso si la persona expuesta considera que, de su
exposición, se deriva un beneficio que le compensa, como podría ser una actividad lúdica o
desarrollar un trabajo. En estas mismas referencias se proponen valores de 10-6 víctimas
por año o, dependiendo de las circunstancias incluso de 10-5 víctimas por año como
aceptables por triviales en cualquier circunstancia.
El valor adoptado debe serlo en todo
caso por el legislador, dada la subjetividad del asunto. En el caso de la aplicación de la
legislación sobre accidentes graves de origen químico en España, el valor límite adoptado
es de 10-6 víctimas por año, como riesgo individual, como consecuencia de un determinado
accidente.
La referencia al riesgo individual no es suficiente a veces, ya que la sociedad tiene de
forma natural aversión a la posibilidad de ocurrencia de un suceso que aunque sea de muy
baja probabilidad, pueda provocar un número muy elevado de víctimas. En este sentido,
debería aceptarse un valor mucho menor de ocurrencia en términos de frecuencia anual de
víctimas por año, como consecuencia de accidentes con un mayor número de víctimas. No
obstante, en este momento en España no existe ningún valor "oficial" adoptado para el
riesgo social.
Si el resultado del estudio de riesgos es superior al valor de referencia, es necesario
adoptar medidas complementarias para aumentar la seguridad de la instalación, bien por la
vía de reducir la probabilidad de ocurrencia de los accidentes , bien por la de reducir sus
consecuencias o bien por ambas.
Es evidente la ventaja que aporta adoptar, como estrategia del estudio de seguridad
aplicado a un proyecto de una nueva instalación, esta aproximación probabilista al
problema, y no condicionarla a que en su día las autoridades competentes pudieran
solicitarla. Las medidas de seguridad adicionales que en su caso pudieran resultar
necesario incorporar al diseño, lo serían en su momento óptimo desde los puntos de vista
de eficacia y coste. Así se consideró en el proyecto objeto de este capítulo, lo que permitió
presentar a la autoridad competente un estudio de riesgos con un valor de riesgo inferior al
límite establecido, sin necesidad de efectuar costosas modificaciones en la instalación una
vez construida y en funcionamiento.
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