Esto significa que si se rompe un diente de la sierra o si un pedazo de madera pequeño o grande
se desprende y es arrastrado por la hoja durante casi una revolución, como en la figura 14.38, el
objeto saldrá impulsado a la cara del operador a una velocidad de más de 160 kilómetros por hora. No
es sorprendente que la protección ocular se considere necesaria para operar las sierras de mesa.
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