El vertido controlado es el procedimiento más simple y barato siendo el más utilizado en España. Consiste en la colocación de los residuos sobre el terreno extendiéndolos en capas de poco espesor y compactándolos para disminuir su volumen. En algunos casos, los materiales se trituran antes de su vertido. Los residuos se cubren con tierra para favorecer la transformación biológica de los materiales fermentables y también para minimizar los riesgos de contaminación ambiental.
Otros aspectos a considerar en el diseño de un vertedero son: producción de lixiviados, formación de gases, ruidos, olores, contaminación del aire, incendios, roedores e insectos y alteración del paisaje.
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