La otra pregunta, "¿adonde va el dinero?", parece proceder de ciertos esquemas de coerción
estatales y locales. Difícilmente sería razonable depositar el dinero de las multas en las cajas de
aquellos funcionarios de las oficinas que las imponen. Pero la idea errónea de que a la OSHA se le
permite guardar el dinero de las multas recolectadas persiste en la mente del público. El origen de esta
idea parece estar en la tradición de los reglamentos de la oficina estatal de inspección de calderas, que
estipulan que el dinero recavado por multas se deberá depositar en las cuentas de la división de
inspección de calderas. Pero la OSHA no se sirve de las multas que recaba, sino que se depositan
directamente en la Tesorería de los Estados Unidos. De cualquier modo, las multas de la OSHA
serían insuficientes para su operación, dado que la cantidad total recolectada anualmente es muy baja
en comparación con el presupuesto anual de la OSHA. Se debe admitir que el movimiento presupuestal
de 1990 del Congreso para aumentar siete veces la estructura de sanciones de la OSHA, con toda
seguridad tuvo el efecto de dar credibilidad a la opinión de que se esperaba que las multas sirvieran
para proveer de fondos al presupuesto de la OSHA.
Un gran error que cometen algunos gerentes es pagar las multas de la OSHA y despues considerar
cerrado el asunto. Tal estrategia ignora el aspecto más importante de la notificación: el periodo presento
de corrección. La multa de la OSHA por sí misma es lo de menos; el gran impacto de la notificación, si
es aceptada, es que cada elemento referido debe ser corregido, sin importar el costo. El costo de corregir
violaciones de la OSHA es por lo general mucho mayor que el monto de la sanción.
Así, una estimación reciente del costo de corregir las violaciones a las normas excede los
33'000,000 de dólares al año (ref. 100). Se debe reconocer que esta estimación no toma en cuenta
los beneficios de reducir los costos directos e indirectos por lesiones y enfermedades evitadas.
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