Es bueno tener una lista de sustancias tóxicas con los niveles de exposición permisibles de cada una,
pero se necesita más para determinar si hay problemas. En efecto, la lista anota demasiadas sustancias para tener cubiertas todas las posibilidades. Los gerentes de seguridad e higiene necesitan tener
conocimientos de los procesos de su planta, de forma que sepan dónde buscar o al menos a quien
preguntar. El muestreo y la prueba del aire son la manera de determinar las concentraciones con
tanta precisión como sea posible, pero antes de que se realice la prueba, es necesario estimar el
monto posible de la contaminación de acuerdo con otras pruebas.
Una de las maneras más comunes de detectar de forma preliminar un problema potencial es
mediante el sentido del olfato. La gente piensa que puede oler un contaminante del aire, y usualmente
percibe ya sea la sustancia tóxica o el olor de algún agente que suele acompañarla. Pero no es suficiente el sentido del olfato para detectar algunos de los contaminantes más peligrosos.
El ejemplo
más notorio es el monóxido de carbono, pero el bióxido de carbono, el nitrógeno y el metano también
son casi inodoros y son peligrosos porque desplazan el oxígeno del aire. Algunos lectores pondrán en
duda la aseveración de que el metano es inodoro, porque saben que es el ingrediente principal en el
gas natural. Pero el olor del gas "natural" proviene de un agente de olor fuerte, introducido deliberadamente como precaución de seguridad, de forma que los usuarios detecten fugas mediante olfato.
Incluso el sulfuro de hidrógeno, un gas que es peligroso y al mismo tiempo tiene un fuerte olor a
podrido, no se detecta en forma confiable con este método, pues su olor es tan fuerte que satura
pronto el sistema olfativo; se bloquea en las víctimas la sensación olfativa y dejan de estar conscientes del grado de exposición.
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