Los sistemas de extinción de incendios por rociadura automática presentan una paradoja, ya que atañen
a la seguridad del empleado, pero por lo general son instalados para proteger la propiedad y disminuir
las primas de seguro. Si un sistema es instalado voluntariamente por el patrono para proteger la propiedad, ¿deberá requerirse que cumpla las normas de seguridad personal? Y si un sistema ya existente no
cumple las normas actuales, ¿debe ser desmantelado?
Esto difícilmente mejoraría la seguridad.
Algunas veces se instala un buen sistema de rociadores para no funcionar por el uso incorrecto del
espacio protegido. Un error consiste en tapar las cabezas rociadoras con residuos de pintura de pistola y
otros materiales. Si un área de pintura de pistola está protegida por un sistema automático de rociado,
hay que proteger las cabezas rociadoras con bolsas de papel. Si llegara a ocurrir un incendio, las bolsas
se quemarían o el agua las despedazaría, así que no interferirían con la acción extintora de los rociadores.
Otro error en que se incurre con los rociadores automáticos es almacenar material muy cerca del
techo.
Esto interfiere con la distribución del rociado desde la cabeza rociadora. Debe dejarse un
espacio de por lo menos 45 centímetros, como se muestra en la figura 12.1, para que el rociado se
distribuya bien.
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