Un símbolo primario de la OSHA, los departamentos de seguridad de las corporaciones y de prácticamente cualquiera que esté relacionado con la seguridad y la salud en el trabajo, es el perfil familiar
del "casco de protección". Tan importante es este símbolo que muchos gerentes de seguridad celosos
de su trabajo han establecido reglas arbitrarias de casco de protección en grandes áreas de trabajo
general. No hay nada de malo en tales reglas, si en verdad hay riesgos. Pero cuando los trabajadores
sienten que no corren peligro alguno y que la regla es un mecanismo promocional o decorativo, a
menudo demuestran su resistencia rehusándose a ponerse el casco.
Las reglas para casco de protección deben formularse con cuidado, con amplia consideración a
las consecuencias en ambos lados. Una vez que se ha decidido que es necesaria tal regla, el gerente de
seguridad e higiene debe emprender los pasos para implantarla. Tiene que reunir las pruebas que
defienden la regla en paquetes de capacitación destinados a convencer a los trabajadores. Después de
la capacitación y el comienzo de la fase de implantación, hay que realizar verificaciones de seguimiento para asegurarse de que la regla se cumple. Se deben aplicar correctivos para controlar las
infracciones, incluyendo acciones disciplinarias si fuera necesario.
Los cascos de protección parecen más aceptados que la protección para el oído. Además de ser
el símbolo de la seguridad y la higiene en el trabajo, el casco se ha convertido en símbolo del trabajo
rudo y físico. La imagen ha atraído a los hombres por siglos y cada vez llama más la atención de las
mujeres trabajadoras. El personal de administración también ha sucumbido a la imagen que evoca el
casco de protección. Cuando un gerente lo porta parece decir que está bien informado de las operaciones de la empresa y que está orientado a la acción, que hace más que hablar por teléfono, asistir a
juntas y sentarse detrás de un escritorio.
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