Entre las fuentes de radiación ionizante producidas por el hombre destacan
especialmente, tanto por su cantidad como por su utilidad, las de utilización médica: las
radiaciones ionizantes ayudan enormemente tanto en el diagnóstico de enfermedades
como en su curación. Para el diagnóstico son fundamentales los rayos X y el empleo de
isótopos en medicina nuclear. Para la curación del cáncer se emplean fuentes intensas
de radiación, con las que precisamente se busca destruir las células del tejido enfermo.
Sin considerar el uso de las radiaciones en la terapia contra el cáncer, se puede afirmar
que la dosis media recibida por la población de un país desarrollado como España, solo
con fines de diagnóstico, es del orden de 1,05 mSv por año, aunque algunas personas
pueden recibir dosis tan altas como 100 mSv. No obstante, puesto que no todos los
países disponen de suficientes medios, las aplicaciones médicas solo representan un
12% (0,12mSv al año) en el promedio de dosis mundial.
La radiación y las sustancias radiactivas tienen numerosas aplicaciones en la
industria y en la vida cotidiana: detectores de humo, relojes luminosos, sensores de nivel
en tanques y en máquinas para llenado de bebidas, sensores de densidad para la
fabricación del papel o de los cigarrillos, fuentes de gammagrafía industrial para
verificación de soldaduras en conducciones de gas, etc., son sólo algunos ejemplos de
su utilidad. Unidos al incremento de dosis por la radiación cósmica recibida al viajar en
avión suponen un pequeño porcentaje 0,3% de la dosis mundial.
La lluvia radiactiva producida por los ensayos de armamento nuclear en la
atmósfera en los años 50 y 60 o el accidente de Chernóbil, también suponen una
pequeña exposición de la población de todo el planeta, cifrada actualmente en unos
pocos microSievert al año (0,007 mSv).
Para terminar, la producción de energía eléctrica también libera radiactividad al
medio ambiente. No sólo las centrales nucleares, sino también la combustión del carbón
libera radionucleidos naturales. La dosis recibida en promedio por causa de la energía
nuclear entre la población de España es inferior a 0,001 mSv, similar a la estimada para
el promedio mundial, aunque un pequeño número de personas, en el entorno próximo de
las centrales nucleares, puede recibir dosis mayores, que en todo caso no superan los
0,01 mSv al año (Fig. 19).
Como resumen de todo ello, las Figs. 8 y 9 representan las dosis medias
anuales que recibe la población mundial y la española por todas las fuentes de
radiación ionizante.
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