martes, 12 de noviembre de 2013

Plan de respirador - II

No es tarea fácil determinar si un dispositivo está aprobado para un riesgo particular. No se encuentra con facilidad la autoridad que aprueba los dispositivos, y a menudo ha cambiado de oficina a oficina. Más aún, las listas de aprobación de equipos se actualizan continuamente. Una solución práctica consiste en solicitar el consejo del fabricante del equipo, por la evidente razón que es más probable que esté al tanto del estado de aprobación. El distribuidor local del equipo no es tan confiable. Sin que esto implique un juicio de valor sobre los distribuidores locales, digamos que suelen manejar tantas marcas de equipo de seguridad que les es imposible estar al día en cuanto a las limitaciones de aprobación para sustancias tóxicas de los dispositivos de protección respiratoria, como en cambio sí lo estará el fabricante. 
La nomenclatura confusa enreda aún más la situación. Por ejemplo, los respiradores para vapores orgánicos no son necesariamente aceptables para los vapores orgánicos más frecuentes: por ejemplo, no cualquier cartucho absorbe el metanol, y sólo funciona el equipo de manguera de aire para protegerse de concentraciones peligrosas de la sustancia. Es desafortunado que las reglamentaciones federales exijan que el aparato se identifique como respirador para vapores orgánicos por haber pasado cierta prueba prescrita, aunque sea inútil para otros vapores orgánicos. Los trabajadores ni siquiera están protegidos por etiquetas de advertencia que indiquen que tal vez sus respiradores no sean del todo adecuados para los vapores orgánicos con los que están trabajando. Lo mismo es cierto para las máscaras para gas.
¿Por que es tan confuso y difícil de entender el sistema? Parte del problema radica en la complejidad de la química orgánica y la miríada de compuestos de hidrocarburos. Si el fabricante intentara etiquetar cada cartucho con todos los compuestos orgánicos para los que está destinado, pronto no habría espacio en el dispositivo. Cualquier sistema de claves confundiría a los usuarios. Aún más, un intento de desglosar arrojaría una lista exhaustiva, y es probable que el usuario no revise más que la sustancia que le interesa en el momento. Así, repitamos que lo mejor que puede hacerse es pedir al fabricante unas listas más completas y detalladas de las sustancias que controla el cartucho.
Un principio básico en la selección de respiradores dice que nunca se elija un respirador absorbedor de gas para uso con un gas que no tenga propiedades de advertencia distintivas. Un momento de reflexión revelará la lógica del principio. Todos los cartuchos de respirador acaban por saturarse o cargarse al extremo de que ya no funcionan. Los usuarios sabrán automáticamente cuándo se ha alcanzado ese punto por medio de sus propios sentidos del olfato o el gusto o tal vez la irritación, o quizás por cualesquiera propiedades de alerta sensorial del gas. Pero si el gas tóxico carece de propiedades que lo delaten, los usuarios quedan sujetos a exposiciones peligrosas mientras usan respiradores aprobados.

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