La atenuación que sufre la radiación a su paso por la materia dependerá
fundamentalmente de dos factores:
·
- el factor geométrico, que hace que con la distancia entre la fuente y el objeto la
radiación sea cada vez más débil al disminuir el ángulo sólido abarcado, por lo que
generalmente se tiene una proporción inversa al cuadrado de la distancia, según una
ley (1/4pr2);
·
- el factor material, que dependerá del tipo y energía de la radiación y de la
composición del material, lo que afecta a la probabilidad de interacción.
Cuando una partícula cargada atraviesa un medio material, va perdiendo su
energía por los procesos ya comentados. Un concepto útil para evaluar esta
transferencia de energía al medio es la llamada pérdida de energía específica o poder
de frenado, que se define como la pérdida de energía experimentada por la partícula
por unidad de longitud recorrida en su trayectoria (dE/dx) por la acción conjunta de la
ionización, la excitación y la radiación de frenado.
Para partículas pesadas (a y protones, excluyendo los electrones, que
generalmente se mueven a velocidades relativistas) el poder de frenado es
directamente proporcional al cuadrado de la carga e inversamente al cuadrado de la
velocidad de la partícula. Por ello, la cesión de energía y la ionización producida en el
medio no son constantes a lo largo de la trayectoria, siendo mayores cuanto más lenta
vaya la partícula. A la vez, el alcance en el medio material será muy limitado y
prácticamente igual para todas las partículas emitidas por un mismo radionucleido, ya
que poseen energías definidas, llegando a penetrar tan sólo unos centímetros en el aire
y unas micras en el tejido, no pudiendo atravesar la piel. Sin embargo, esta combinación
de una alta densidad de producción de iones y corto alcance confiere a los radionucleidos
emisiones a una gran peligrosidad intrínseca en el caso de ser ingeridos o inhalados, ya
que el daño celular resultante será muy intenso. Para los electrones, el alcance aumenta
a unos metros en aire, y al espesor de la piel en el cuerpo humano, no pudiendo
sobrepasar el tejido subcutáneo.
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